Por Juan S. Larrosa-Fuentes, 2 de enero de 2025
El balance del gobierno de Enrique Alfaro apenas comienza a escribirse. Habrá que evaluar sus luces y sombras. En el ámbito de la comunicación, las cuentas no son alentadoras. Por un lado, fue un gobierno interesado en la comunicación, que invirtió muchos recursos en esta área. Esto le permitió mantener una destacada presencia pública y evitar vacíos políticos. Sin embargo, también dejó saldos negativos. Externalizó servicios de comunicación, favoreciendo a tres empresas que recibieron recursos millonarios; fue poco transparente en el uso de estos recursos; encaró, peleó y, en no pocos casos, violentó, a periodistas y medios de comunicación; y careció de una política social que entendiera la comunicación como un bien público, tratándola en cambio como un instrumento para conservar el poder y ganar elecciones.
Ahora, además de evaluar estos resultados, es momento de mirar hacia adelante. Con el inicio de la administración encabezada por Pablo Lemus, surge una oportunidad para transformar y reordenar las cosas. ¿Qué retos enfrenta este nuevo gobierno? El primero, y más importante, es actuar con calma y respeto. El gobierno tiene la difícil tarea de rehacer un pacto de gobernabilidad no solo con un escenario político plural y fragmentado, sino con otros actores relevantes de la vida pública como son los medios de comunicación y organizaciones civiles de diversa índole. Hay que dejar atrás la rispidez y los malos tratos, fomentando el diálogo, la crítica y el disenso. Este desafío está estrechamente ligado a la tutela de la libertad de expresión.
El segundo reto es desarrollar una auténtica política pública de comunicación. Los gobiernos locales se han caracterizado por pensar la comunicación como un medio instrumental para el control político. Si bien la comunicación es estratégica, también es un bien público, como lo son el sistema de alumbrado público o las universidades públicas. Jalisco necesita un proyecto para mejorar los servicios de comunicación pública. Esto incluye, por ejemplo, concluir un proyecto de acceso universal a internet, que no solo incluya la conectividad, sino las tecnologías (teléfonos, tabletas) pero fundamentalmente la alfabetización que entrene a las personas para utilizar la red a su máxima capacidad. Además, es imprescindible un proyecto de radiodifusión pública que no se limite a hacer conciertos y transmitir eventos deportivos, y un plan para revitalizar el periodismo y producción informativa local, en un contexto donde cada vez hay menos medios y periodistas, como lo han documentado diversas investigaciones.
El tercer reto es garantizar un uso transparente, racional y democrático del gasto público. El modelo de externalización impulsado por la administración anterior, aunque defendido porque aparentemente impulsaba la innovación, presentó varios problemas. El primero es que fue opaco: una vez que el dinero llegaba a las tres empresas era difícil rastrear en qué y cómo se había gastado. El segundo es que, por la vía de los hechos, hubo una transferencia de recursos públicos a empresas privadas sin licitaciones de por medio. El tercero y más importante: la experiencia, conocimiento y datos adquiridos por estas empresas no se quedaron ni en los ayuntamientos ni en el gobierno de Jalisco, sino en empresas privadas. Si se mantiene este modelo, debe asegurarse transparencia, legalidad y un uso de recursos que beneficie a corto, mediano y largo plazo a los jaliscienses, no a los funcionarios que van de paso y usarán esos recursos comunicativos en su siguiente emprendimiento político.
Por último, un reto para Lemus será evitar caer en la frivolidad que, en ocasiones, ha marcado su vida pública, donde ha actuado más como un influencer que como un servidor público. La comunicación es relevante, pero nunca más que la política ni que la vida pública de nuestro estado.
Este artículo fue publicado en el diario Mural de Grupo Reforma el jueves 2 de enero de 2025 en la sección “Comunidad”, página 2, bajo el título “El reto, mejorar la comunicación”