Por Juan Larrosa, 31 de marzo de 2025
El día de ayer, 30 de marzo, comenzaron las campañas políticas rumbo a una elección inédita en México: por primera vez en la historia se elegirán directamente cargos del Poder Judicial. Este tipo de elección es inusual incluso a nivel internacional. Son pocos los países que someten a voto popular los nombramientos judiciales, lo cual hace que el proceso sea incierto y digno de ser observado con atención.
En esta ocasión, me interesa hablar sobre un tema de comunicación pública y comunicación política: el papel que juegan los medios de comunicación y el periodismo durante un proceso electoral.
En cualquier sistema democrático —ya sea republicano, representativo o de élites— uno de sus fundamentos es la existencia de mecanismos sociales que permitan generar y distribuir conocimiento político entre los miembros de una comunidad. En el contexto electoral, este conocimiento debe girar en torno a las reglas del proceso, las candidaturas y sus propuestas.
Este conocimiento se produce a través de distintas instituciones, pero en la democracia moderna los medios de comunicación juegan un rol fundamental. Son la única institución con independencia relativa frente al poder público que produce conocimientos políticos y, al mismo tiempo, cuentan con una infraestructura para distribuir información a escala masiva, ya sea a través de la prensa escrita, la radio, la televisión o los medios digitales.
En teoría, su función es clara: informar a la ciudadanía para que, al momento de votar, pueda ejercer su derecho con conocimiento de causa. Saber que habrá una elección, conocer sus reglas, identificar a las candidaturas y, sobre todo, distinguir sus posturas y propuestas. Todo ello para emitir un voto razonado.
Hasta ahí, la teoría.
En la práctica, sin embargo, nos enfrentamos a un problema estructural de producción epistémico-periodística. Esto es: los medios de comunicación en México, como institución y como industria, no tienen la capacidad para producir y distribuir la información necesaria en elecciones de gran escala y con múltiples candidaturas simultáneas.
Este fenómeno lo documentamos en un trabajo que realicé junto con mi colega Sofía Paláu, en el marco del monitoreo de medios del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco durante las elecciones estatales de 2021. Ahí constatamos que los medios locales no lograron cubrir a todas las personas candidatas a diputaciones y alcaldías. Hubo candidaturas que no tuvieron ni una sola mención en toda la campaña. Eso significa que la ciudadanía, al menos a través de los medios, no pudo enterarse ni siquiera de quiénes estaban en la boleta.
Esa es una falla epistémica grave. Y aunque falta que los datos actuales lo confirmen, todo indica que la elección judicial tendrá el mismo problema.
¿Por qué? Porque no contamos con una infraestructura mediática y periodística capaz de cubrir la magnitud de una elección como esta. No hay suficientes periodistas, redacciones, recursos ni condiciones laborales para producir —con calidad y en cantidad— la información que esta elección requiere. Lo más probable es que una mayoría de personas acuda a las urnas sin conocer a quienes aspiran a los cargos, ni sus perfiles, ni sus propuestas.
Eso representa un serio problema democrático. Urge repensar el diseño de las elecciones, pero también fortalecer las condiciones estructurales de producción informativa: más medios, más periodistas, más recursos, mejores coberturas.
Este texto fue leído originalmente en el noticiario de NTR Radio transmitido el 31 de marzo de 2025 y conducido por el periodista Sergio René de Dios Corona.